jueves, 11 de julio de 2013

Nota al pie


Dejo un enlace para poder leer "Nota al pie", el cuento de Rodolfo Walsh que nos dio Julio, para el debate cuando volvamos de las vacaciones. Lo subo porque lo encontré tal como está en el libro, con las notas al pie como corresponde y por si alguno no lo tiene.

http://niusleter.com.ar/biblioteca/RodolfoWalshNotaalpie.pdf


Por otro lado, vuelvo a invitar a quien tenga ganas, a subir los textos que quiera para compartirlos y/o modificar el diseño del blog. Existe un instructivo para ingresar como administrador con las contraseñas necesarias, en el hilo de los mails.

Saludos
Riqui

viernes, 28 de octubre de 2011

Taller del 26 de Octubre


Bajo el link del cuento "Los Donguis" de Juan Rodolfo Wilcock para el próximo encuentro:


Ademas pego un par de cuentos muy cortos del mismo autor:

Los amantes
[Cuento. Texto completo]

Juan Rodolfo Wilcock

Harux y Harix han decidido no levantarse más de la cama: se aman locamente, y no pueden alejarse el uno del otro más de sesenta, setenta centímetros. Así que lo mejor es quedarse en la cama, lejos de los llamados del mundo. Está todavía el teléfono, en la mesa de luz, que a veces suena interrumpiendo sus abrazos: son los parientes que llaman para saber si todo anda bien. Pero también estas llamadas telefónicas familiares se hacen cada vez más raras y lacónicas. Los amantes se levantan solamente para ir al baño, y no siempre; la cama está toda desarreglada, las sábanas gastadas, pero ellos no se dan cuenta, cada uno inmerso en la ola azul de los ojos del otro, sus miembros místicamente entrelazados.

La primera semana se alimentaron de galletitas, de las que se habían provisto abundantemente. Como se terminaron las galletitas, ahora se comen entre ellos. Anestesiados por el deseo, se arrancan grandes pedazos de carne con los dientes, entre dos besos se devoran la nariz o el dedo meñique, se beben el uno al otro la sangre; después, saciados, hacen de nuevo el amor, como pueden, y se duermen para volver a comenzar cuando despiertan. Han perdido la cuenta de los días y de las horas. No son lindos de ver, eso es cierto, ensangrentados, descuartizados, pegajosos; pero su amor está más allá de las convenciones.

FIN




Capitán Luiso Ferrauto
[Cuento. Texto completo]

Juan Rodolfo Wilcock

Una vez al año, en primavera, el capitán Luiso Ferrauto cambia de piel; de la piel vieja emerge lustroso y rosado como un recién nacido, pero al cabo de unas horas la piel nueva recobra su color normal, que es aceitunado, y también el pelo, que se ha desprendido junto con la piel del cráneo, vuelve a crecer rápidamente, como corresponde a un oficial de la Seguridad Pública. Su mujer, unida a él por un amor inusitado en estos tiempos, suele guardar estas pieles usadas de su marido y rellenarlas de goma espuma color carne, para hacer así un muñeco bastante presentable, bien cosido y armado, con su uniforme puesto. Ya tiene unos quince, en el garaje: todos oficiales de policía, tan parecidos a su marido que da gusto verlos a todos juntos, tan dignos, tan rectos, tan inalcanzables por la corrupción. La señora hizo instalar un equipo estéreo en el garaje y cuando el capitán está de servicio fuera de casa, la mujer baja para hacerles escuchar a sus ex maridos las mejores páginas de la lírica mundial. Absortos, como embelesados, los quince policías escuchan inmóviles la muerte de Desdémona, el merecido asesinato de Scarpia, la disputa fatal entre Carmen y Don José, delitos todos que exigen el arresto inmediato del culpable, hechos de sangre y de violencia como tantas veces han visto a lo largo de su carrera. Puesto que los muñecos de piel policíaca son producidos a razón de uno por año y cada uno es de edad más avanzada que el anterior, presentan esta insólita característica: que el más joven de los quince es el más viejo de los quince.

FIN


jueves, 13 de octubre de 2011

EL VIERNES 14 DE OCTUBRE

Iré a la lectura. Les aviso que quizá seleccione otros textos cortos. Pero igual, los pongo antes en el blog para que me conteste Julio y ustedes que les parece.
Cris

lunes, 3 de octubre de 2011

Insomnio. .

De fierro,
de encorvados tirantes de enorme fierro tiene que ser la noche,
para que no la revienten y la desfondenlas muchas cosas que mis abarrotados ojos han visto,
las duras cosas que insoportablemente la pueblan.

Mi cuerpo ha fatigado los niveles, las temperaturas, las luces:
en vagones de largo ferrocarril,
en un banquete de hombres que se aborrecen,
en el filo mellado de los suburbios,
en una quinta calurosa de estatuas húmedas,
en la noche repleta donde abundan el caballo y el hombre.

El universo de esta noche tiene la vastedad
del olvido y la precisión de la fiebre.
En vano quiero distraerme del cuerpo y del desvelo
de un espejo incesanteque lo prodiga
y que lo acecha y de la casa que repite sus patios
y del mundo que sigue hasta un despedazado arrabal
de callejones donde el viento se cansa y de barro torpe.

En vano espero las desintegraciones y los símbolos que preceden al sueño.
Sigue la historia universal:
los rumbos minuciosos de la muerte en las caries dentales,
la circulación de mi sangre y de los planetas.
(He odiado el agua crapulosa de un charco,
he aborrecido en el atardecer el canto del pájaro.)

Las fatigadas leguas incesantes del suburbio del Sur,
leguas de pampa basurera y obscena, leguas de execración,
no se quieren ir del recuerdo.
Lotes anegadizos, ranchos en montón como perros, charcos de plata fétida:
soy el aborrecible centinela de esas colocaciones inmóviles.

Alambre, terraplenes, papeles muertos, sobras de Buenos Aires.
Creo esta noche en la terrible inmortalidad:
ningún hombre ha muerto en el tiempo, ninguna mujer,
ningún muerto, porque esta inevitable realidad de fierro y de barro
tiene que atravesar la indiferencia de cuantos estén dormidos o muertos
- aunque se oculten en la corrupción y en los siglos -
y condenarlos a vigilia espantosa.

Toscas nubes color borra de vino infamarán el cielo;
amanecerá en mis párpados apretados.

Jorge Luis Borges. El Otro, El mismo . Buenos Aires, Emece. 1964.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Taller del 14 de septiembre

Paso a informar, para los que no pudieron venir, que en el encuentro de ayer debatimos sobre el texto de Anderson Imbert ( El tiempo en el cuento) y el cuento de Cortazar: Las ménades.

Luego se leyeron algunos textos sobre la consigna anterior (distintos tipos de narradores) y una poesía.

El trabajo sobre el cual escribir, para el próximo taller es: La mujer rompió el vidrio.

Otra sugerencia es que cada uno acerque una poesía de Jorge Luis Borges y el texto para leer es: Las ruinas circulares, del que dejo un link:


Aparte, les dejo una poesía de Borges que me gusta mucho:

AJEDREZ

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Un abrazo.

Ricardo

lunes, 5 de septiembre de 2011

MIERCOLES DIEZ P M

En invierno, la noche vacía los colectivos o los llena de improviso.
Sin hablar, entiendo. Tambien yo regreso. Me encuentro siempre con dos pasajeros.
En el primer asiento individual, la mujer rubia, lacia hasta los codos. Blanca y delgada. Las pestañas espesas, negrísimas. Pómulos salientes. Sus labios gruesos sin pintura, ocuparían la mitad de su cara, si los abriera como para gritar.
Manos nervudas, alargadas; un anillo en cada dedo y con las uñas cortas pintadas de oscuro, las manos sobre la minifalda de nobuk oscuro con flecos. Botas de cuero negras. En su regazo una cartera color crema. Alza su bolso floreado del suelo y come unos bocados.

No evito recordar otra mujer sentada en Plaza Flores.
Media cara derruida, cargaba una peluca de bucles oscuros.
Siempre a la vera del arenero, bajo un arbusto.

En el colectivo – delante de mí, un muchacho. Pelo corto, tupido y oscuro. Alto e inclinado sobre sus piernas, sentado también, habla por celular. Quizá tenga treinta años, vestido con equipo deportivo negro.
- Cuidáte, amor. Cuidáte. Te amo, te amo. Te amo.
Parece que hablara para sí, en un sollozo. Cada noche su voz, para quien llama o lo llame a esa misma hora, las mismas palabras en el mismo tono. Su gran mochila descosida ocupa el asiento contiguo.

Todas las noches en silencio una mujer platinada cena en el colectivo. El taperware sobre muslos torneados por medias de red. Se mueve su pelo con raíces negras pero no giran sus ojos saltones.
Todas las noches habla por celular un joven sucio, aburrido de mentir.


Espero que comenten algo.
Gracias
Ma. Cristina